El padre que era amigo de todos.
Por José Santiago Cantón Manzano.
“Doy gracias a Dios porque tengo qué comer, salud para comer y sobre todo con quién comer” Pbro. José Rosario Ramírez Mercado.
Nacido en Jalostotitlán, Jalisco, fue el trece de quince hijos del matrimonio del señor Valentín Ramírez y la señora Francisca Mercado. Desde niño mostró una gran inteligencia y un don de observación que le permitieron aprender rápidamente el comportamiento del ser humano, a pesar de que la naturaleza del mismo ser humano es compleja.
Ingresa al Seminario de San Juan de los Lagos y se destacó por su gran capacidad intelectual, su ingenio y su gran sentido del humor; derivado de esto, contaba una anécdota que versa, palabras más, palabras menos, así:
“Cuando era joven practicaba deportes, en ocasiones jugaba dos partidos de futbol y de basquetbol al día, pero un día desperté con un desgarre en el muslo, y me puse a pensar, ¿qué habría pasado si este desgarre me hubiera pasado en el cerebro o en el corazón? Entonces comprendí que no sólo hay que cultivar el cuerpo, sino también la mente, el intelecto, mediante el estudio”.
Se ordena sacerdote en el año de 1951, cuando es enviado a Hostotipaquillo, Jalisco, por un breve tiempo, hasta que le mandaron llamar del Arzobispado para ser el secretario particular del Cardenal José Garibi Rivera, puesto que requería de un joven inteligente para apoyo en las diversas tareas que tenían que realizarse: alguien con capacidad de resolución de conflictos y alguien que pudiera dar sus dones al servicio de la iglesia de forma desinteresada.
Al paso del tiempo, José Rosario Ramírez Mercado se refrenda como secretario particular con el Cardenal José Salazar López, hasta el fallecimiento de éste. Posterior a este evento, fungió como secretario particular del Cardenal Juan Jesús Posadas Ocampo, hasta el fatídico día en que el Cardenal Posadas Ocampo fue privado de la vida en el año 1993.
El padre Chayo fue profesor durante más de cincuenta años, amante de la palabra, la oratoria y la literatura. Autor prolífico con más de treinta libros, gran historiador, genealogista, fiel creyente e impulsor de la juventud, siempre apoyando a los jóvenes y compartiendo con ellos cuanto podía del vasto conocimiento que poseía.
Un hombre clave en la reconstrucción política y religiosa de Jalisco; cultivaba siempre amistades, muchas personas acudían a él por consejo pues era un hombre muy sabio y siempre aconsejaba con un gran sentido del humor. Cliente asiduo de las librerías, amante de los libros viejos o nuevos. Poseía una capacidad de síntesis impresionante pudiendo resumir una charla de una hora en diez palabras, siempre acertadas y llenas de sabiduría.
Entabló amistad con todos los grupos culturales, sociales, políticos y deportivos, fue miembro de muchas asociaciones e instituciones culturales, entre las cuales se encuentran la Benemérita Sociedad de Geografía y Estadística del Estado de Jalisco y el Seminario de Cultura Mexicana corresponsalía Guadalajara. Asiduo a las tertulias culturales, sus charlas podían durar horas y jamás se quedaba sin tema de conversación. Fue un gran dibujante y aprendió a hacer retratos del gran artista Alfonso de Lara Gallardo.
Gustaba de viajar en carretera, conocer pueblos y charlar con la gente; al ser muy observador y poseer una mente tan inquieta, siempre aprendía cosas en cada uno de sus viajes y no dudaba en compartirlas con sus acompañantes. Conoció a muchos de los personajes de la Guadalajara antigua y tenía una biblioteca no solo bella, sino también, viva.
El padre Chayo entrega su alma al creador el 4 de mayo del año 2021 a la edad de 94 años. Fue un maestro generoso en todos los aspectos, una persona íntegra, un eterno enamorado del Seminario, y sin lugar a dudas, se convirtió en el sacerdote más conocido y más querido del Estado de Jalisco.
Esta bien la biografía del gran amigo, del gran maestro, del gran sacerdote, pero para mí punto de vista, siento que hace falta decir que fue un hombre muy caritativo, el veía que te hacía falta algo el te regalaba. En lo personal a mí me regaló unos lentes, porque se dificultaba leer. Hasta el día de hoy los conservo.
Mencionaba que jugo con el equipo de fut bol «El Oro». Fui testigo de la capacidad que tenia para golpear un balon a sus 65 años. Tuvo premios de literatura en Jalisco. Era capellan y asignado a atender espiritualmente a todos los Clubes de futbol importantes de Guadalajara.